sábado, 11 de mayo de 2013

Celebrar la vida

Un nuevo comentario me recuerda que aun sigo teniendo un blog disponible, que de alguna manera había dejado relegado al olvido. He entrado de nuevo guiada por la curiosidad a este espacio que un día creé para compartir, que he ido abandonando con el paso de los días por falta de inspiración, de motivación, de ganas de contar algo por no saber qué de nuevo contar, cuando ya está todo tan contado, según me parece... tantas ideas tan manidas, tantos cuentos tan repetidos... 

Sin embargo, aquí estoy de nuevo frente a esta pantalla en blanco, en la que se van alineando letras que forman palabras a medida que mis dedos obedecen al dictamen de mi mente. Todo sucede de manera casi automática, tanto que me siento así como una especie de muñeco manejado por una entidad ajena a este cuerpo, como si mi mente no fuera mía, sino una especie de control remoto. Me viene al recuerdo entonces todo lo que he estado escuchando y leyendo, sobretodo en los últimos tiempos, sobre la filosofía no dualista, el Vedanta Advaita. Cuando me empapo de estas ideas no dualistas, intuyo profundamente, es decir, sé que efectivamente así es; Voy observando a mis personajes moverse en distintos escenarios e implicarse en ellos y en todo lo que va apareciendo. Observo los juicios que mi personaje establece sobre sí mismo y sobre los demás personajes de esta complicada obra de teatro, el Gran Teatro del Mundo, como ya lo nombró Calderón de la Barca. Observo... y puedo darme cuenta de cómo mi sistema de creencias conforma esos juicios y en definitiva, mi vida. Me doy cuenta de lo arraigado que está el programa y de la dificultad y habilidad que entraña el desescructurarlo, desenmascararlo, desarmarlo para así poder dejar espacio a la luz de la verdad, la luz que soy, la inteligencia que ya somos. 

Hoy decido vencer la tan conocida traba de mi ego, de ese personaje charlatán que me dice ¿para qué vas a escribir en el blog? ¿Acaso vas a descubrir el agua tibia? ¿A quién puede interesar lo que tu escribas? ¿quién eres tu para decir algo importante? Tu, que no vales nada, que nunca has destacado en nada... Tu, que te dejas comer terreno por todo el mundo!... Sin embargo, ahora hay otra voz; una voz que dice: Sí, ya te conozco. Te veo. Eres el mismo descalificador de siempre. "He visto al programa dentro de mi, regreso aquí y ahora, ... yo no soy eso. Te he visto y me libero." Es una de las prácticas espirituales que estoy llevando a cabo en el trabajo del Perdón (con mayúsculas), de Jorge Lomar. Un magnífico trabajo en el que me acompaña mi querida terapeuta Reyes Ollero, a la que agradezco de todo corazón su sincera dedicación, su entrega y su inmensa calidad humana, comprensión y Amor, también con mayúsculas. 

El fin de semana próximo doy un taller, junto con otros terapeutas. Es un taller que se llama "Celebrar la vida". En él impartiremos diferentes técnicas terapéuticas. Cada terapeuta aportará su técnica; algunos mindfullness, otro diálogo de voces, Lourdes y yo la técnica para conectar con la alegría esencial... 
No parece que vaya a venir mucha gente, ya que hasta hoy, sólo se han apuntado tres personas. Hay muchos talleres, muchos eventos, demasiada información... y eso de celebrar la vida parece que no atrae tanto. ¡Seguro que los egos preferirían que fuera algo práctico al menos! ¡¿Para qué sirve eso de celebrar la vida, y con lo que está cayendo?! ¡¿Quién osa celebrar algo que no sea un evento de los ya unánimemente aceptados por la sociedad: una comunión, una boda, un bautizo...?! ¡Vaya ingenuidad! ¡Si al menos fuera la presentación de un libro o de una película o una exposición! ¡Algo con sustancia! Pero ¡¡¡celebrar la vida!!! ¿Qué es eso de celebrar la vida??...

Mi compañera Lourdes me invita a reflexionar sobre ello este fin de semana, antes del taller. Si vamos a dar un taller sobre este tema, al menos debo meditar sobre ello... y de momento, una pregunta surge en mi ¿Acaso tengo yo ganas de celebrar?... Por el contrario, me viene una gran apatía, un ¡uff!...  Hace tiempo que llevo lidiando con situaciones difíciles para mi, que a menudo me dejan baja de energía, con pocas ganas de reír y celebrar. Sin embargo, hay una vocecita interior que también me dice que "eso", esa fuente de la que mana alegría de vivir está ahí, y que es inagotable..., aunque me resista a creerlo y hasta me enfurruñe ante tal comentario... y me enfurruño y ofusco porque hay "algo" en mi que no admite poder estar feliz. Los argumentos en contra de la supuesta e idealizada felicidad son muchos y variados. Siempre hay alguno. Hace algunos años era la insatisfacción de estar trabajando en un lugar en el que no me sentía ni a gusto ni valorada; un trabajo que no me reportaba satisfacciones. Luego vino la enfermedad de mi hija, los problemas de pareja... y ¡hasta la famosa crisis! Siempre hay algún motivo para no ser feliz. La vida se convierte en un continuo esfuerzo; en algo que hay que resolver; en un viaje que hay que realizar y para el cual, más vale que nos proveamos de suficientes armas de protección y medios para llegar al final medio a salvo, aunque heridos y maltrechos, eso seguro, porque el vehículo se va deteriorando sin remedio.


Entretanto, en el proceso de mi búsqueda interior, voy leyendo de cuando en cuando largas y profundas disertaciones sobre la felicidad y puedo admitir la idea de que la felicidad es una elección y no un estado que  se produce en función de una serie de acontecimientos externos favorables. Examino esta idea y me doy cuenta de que así es. "Un acontecimiento favorable" es algo muy subjetivo. Lo que es favorable para mi, a lo mejor no lo es para ti. A mi puede gustarme mucho que llueva, mientras que a ti puede estar chafándote un buen plan. No es el hecho en sí el que me gusta o me disgusta, sino mis pensamientos sobre ese hecho. No es la lluvia lo que me molesta, sino mis pensamientos sobre la lluvia; por lo tanto, soy yo la que doy lugar con mis pensamientos a estar disgustada o contenta. Ser feliz es un estado de equilibrio interior que viene de una profunda aceptación de lo que hay, sin más. No necesito más que lo que hay aquí y ahora y estoy bien con lo que soy y con lo que tengo. Todo es perfecto (así parezca un desastre).

¿Y cómo llegar a ese estado de equilibrio tan ansiado, tan perseguido, que parece tan utópico, tan reservado a unos pocos maestros de sabiduría iluminados?... ¿Acaso es posible alcanzarlo?... Porque si para ello hay que pasarse muchos años meditando en una cueva de los Himalayas o en un monasterio Zen, me parece que me muero sin conocerlo - dice la vocecita. Pero en un momento de silencio, en un hueco entre palabra y palabra, se cuela un rayito de luz y me parece una luz que sonríe... Sí, es una luz sonriente y amorosa. Sonríe ante las preguntas del personaje preguntón, porque sabe... Sabe que sí, que sí es posible ser feliz, porque en cada momento puedo elegir entre conflicto o paz; porque en cada momento puedo acceder a la paz que soy, dejando de alimentar el conflicto. Entonces recuerdo la historia del viejo indio cherokee y de los dos lobos. 
En una noche estrellada, un abuelo cherokee estaba enseñando a sus nietos sobre cómo debían orientar su vida, sobre cómo cada uno de nosotros construye, poco a poco, qué tipo de persona es. Les decía:

"Toda persona tiene siempre una dura pelea en su interior. Una lucha que hay también dentro de mí. Un combate terrible entre dos lobos.

Uno es malvado, iracundo, gritón, arrogante, falso, vanidoso, resentido, ladrón, con ese victimismo que nos hace sentir lástima de nosotros mismos y nos hace dejar de luchar. Ese lobo tiene miedo porque es inseguro, y encubre ese miedo con agresividad, mintiendo y atacando a traición.

El otro es bueno, pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, honesto, y tiene que luchar constantemente para sobrevivir y esforzarse en cada momento para crear espacios de paz, de libertad, de afecto, de comprensión.
Y esos dos lobos también están peleando dentro de vosotros ¿no los notáis?", concluyó el abuelo, mirándoles con atención. Los nietos se quedaron pensativos. Empezaron luego a hacer preguntas. Eran pequeñas cuestiones que confirmaban esa lucha interior que se produce ya desde la más tierna infancia en cualquier persona, y que conviene ayudar a reconocer y valorar cuanto antes. Al final, surgió la pregunta clave, la que, lógicamente, más inquietaba a los pequeños:
“Abuelo, es verdad que están los dos dentro de nosotros, pero, al final… ¿qué lobo ganará?”.

El anciano Cherokee simplemente les respondió: "El que yo alimente".
...

Bien... si es así, no debe ser tan difícil ser feliz. De todas formas, siempre me gusta recordar aquello de que "Quien busca, halla" y quien busca de corazón, encontrará lo que su corazón anhela. "La vida sabe"...
Yo busqué y encontré y sigo encontrando maneras de descubrir la felicidad que soy, que no depende ni del dinero, ni del trabajo, ni de la familia, ni de nada que esté fuera de mi. Busqué y encontré herramientas que me sirvieron para ir deshaciendo capas bajo las cuales reside un corazón que late, que siente, que ama ... Herramientas y prácticas que me ayudan a recordar (recordar significa volver al corazón. re = de nuevo y cordis = corazón) el Amor que Soy, la misma fuerza que me impulsa a buscar... 
Celebrar la vida es dedicar unos momentos a sentirnos y agradecer el estar vivos... - Otra vez la voz... ¿Agradezco realmente el estar viva?... ¿Acaso he elegido yo vivir?... De alguna manera parece que sí; o al menos eso he leído y escuchado muchas veces. Ese famoso ya argumento de que desde otro plano, desde otra dimensión somos nosotros mismos los que decidimos encarnarnos para esta experiencia de vida. 
Este argumento tampoco es demostrable. No podemos demostrar la gran Verdad desde el ámbito del ego, es decir, desde una dimensión desde la cual es imposible abarcar estos conceptos. Pero podemos creer, como afirma la teoría no dualista del Vedanta Advaita, que somos sólo una gran mente de la cual surgen todas las formas; formas que se creen entidades separadas, pero que, en esencia, son lo mismo, es decir, la misma Mente creadora. Esa gran mente creadora puede ser llamada también Dios, Energía Universal, Inteligencia Universal o como quiera ser llamada. Siendo así, cada uno de nosotros es Dios, expresándose en múltiples manifestaciones; podemos decir también que somos pensamientos de Dios, que nuestras vidas son chispas de una gran luz o gotas de agua en el océano de la inmensidad.

Además ¿quién se empeña en demostrar?... ¿No es el mismo personaje "analizador", creado por el programa, que pone en duda todo, incluido lo que intuyo como cierto, para mantenerme enredada en el mismo laberinto de incertidumbre y consecuente bloqueo?... ¿No será que dando vueltas a las cosas y dudando el programa de sufrimiento se perpetua?... Eso dice también Jorge Lomar, en sus charlas del laboratorio de no dualidad. 
Ante estas inquisiciones del programa y estas dudas, opto por descansar en un "No sé". Entrego mis dudas, mis preguntas, mis razonamientos analíticos; lo entrego todo y me quedo con el sentir... El sentir no me engaña. El sentir desnudo, sin etiquetas, sin calificativos, sin explicaciones, sin tener que recurrir al pasado en el intento de ponerle un nombre ni huir al futuro para evitarlo. El sentir, aquí y ahora, en este preciso y precioso instante lleno de misterio. El único que existe... Lo único que hay; lo único que ES.