jueves, 10 de septiembre de 2015

El Mandala



El Mandala

La inspiración raramente llega.  Muchas veces estoy tentada de sentarme a escribir, pero entonces me invade una sensación de incomodidad, una especie de inquietud - ¿será miedo también? -  que me disuade del intento. Entonces me digo a mi misma que no me siento inspirada, que mejor esperar a que llegue la bendita inspiración, que nunca o raramente llega de por sí. Y es que me parece que  a la inspiración hay que buscarla. Que casi únicamente surge sobre la marcha, cuando uno se decide a no esperarla, a acometer la tarea creativa que sea y a aceptar que no siempre va a surgir de ella una obra de arte excepcional, sino que el simple acto de crear ya es sagrado y suficiente, es decir, tiene sentido y merece la pena.


Es un planteamiento muy budista, que comparto profundamente. El gusto está en la acción por sí misma, acompañada del sentir y de ahí surge la inspiración. Si pongo mi objetivo en la obra resultante, tendré mucho más miedo de acometer la acción, pues tenderé a pensar que estoy lejos de lograr alcanzar un listón tan alto como el que suelo imponerme. Y es que vivimos en un mundo masculino de competitividad en el que continuamente se habla de “resultados” en todos los aspectos; todo está orientado al resultado práctico, a la ganancia tangible, a la acción eficaz y productiva. Sin embargo, qué poco amor ponemos en la tarea de por sí. 


Hace tiempo compartí una foto en la que se veía un gran mandala de arena, creado con increíble minuciosidad y esmero por unos monjes tibetanos, que tras acabarlo, barrían sin dilación. Qué gran ejercicio de paciencia y humildad y que gran lección. Así construimos o se construyen nuestras vidas, como un gran mandala, que en algún momento será barrido irremisiblemente por una mano invisible, sin dejar más rastro que un leve recuerdo, que se irá difuminando con el paso del tiempo, como la arena del mandala se escurre entre los dedos…


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mi niña está contenta






Hoy mi niña está contenta

Hoy descubro con agradable sorpresa, que algunas personas han dejado comentarios en mi blog, animándome a seguir escribiendo. Siento una mezcla de vergüenza y satisfacción al mismo tiempo. La vergüenza de haber sido sorprendida en una intimidad, que en realidad no es tal, pues al escribir en un blog, estoy haciendo públicos mis pensamientos y con ellos parte de mi esfera íntima, aunque de alguna manera había dudado de que alguien fuera a leerlo… o secretamente creído que nadie se iba a tomar la molestia de detenerse a leer las elucubraciones mentales de una mujer desconocida, de una mujer como yo, o sea, a leer“mis cosas”.

Me doy cuenta de cómo estoy acostumbrada a hacerme invisible, de cómo mi ego tiende a quitarme mérito, a achicarme, a infravalorarme… Es esa vocecita que te dice: “¡Cuídado! “A ver si la niña se lo va a creer!” Pero resulta que esta niña tiene necesidad de creerse que es buena, que es válida y que hace cosas bien, porque esta niña, a partir de algún momento de su infancia, empezó a creer que ella no valía nada.

Así que hoy mi niña está contenta. A ella le gusta escribir. También le gusta pintar, jugar, cantar, bailar, tocar instrumentos musicales. Le gusta la naturaleza: los animales, las plantas, … Los paseos por la playa cuando el sol no aprieta,…

Hoy mi niña está contenta. Hay una alegre campanilla que resuena en su interior. 

miércoles, 4 de febrero de 2015

Viento del sur









Viento del sur, llévatelo cantando
El dolor del sin techo, la pena del que vaga
Por este yermo páramo donde impera el olvido.

El olvido de si, la distancia hacia el otro.
Separación ficticia, creada por la mente.

Quisiera regresar al lugar del abrazo,
Donde este extraño sueño se esfume para siempre.
Y por siempre sentir el corazón que late
Un mismo corazón ,  radiante e infinito.

martes, 3 de febrero de 2015

Historia de amor y de olvido



La manita en el centro de la estancia profunda,
Umbría yerma cripta donde habita el olvido.
 Aprieta un ramillete de lavanda silvestre,
Esparciendo el aroma, inundando mi ser.

Los días se suceden como manta infinita
Arrastrada por Tita en su viaje sin retorno,
La niña lo mantiene en su manita húmeda,
 El aroma apretado se intensifica más…

Me cansa la película, ya dura demasiado,
Actores y paisajes desfilan ante mi,
Parece no acabar nunca esta función maldita,
Cuando compré la entrada no supe de que iba.
 
La manita se abre, las hierbas se dispersan,
Dulcemente la abrazo, percibo su calor,
Me abandono a la dicha del encuentro anhelado,
Un corazón latiendo, la función acabando,
El final es principio de una historia de amor.