Mi vivencia del
perdón hasta hoy
El taller del perdón con Jorge Lomar ha sido y es para mí la realización de
un milagro. Un milagro más de los muchos milagros que suceden y de los que
antes no era consciente y ahora empiezo a serlo.
Primera etapa, desde
marzo 2013 hasta el 7 de junio 2013
Después del verano pasado, ya en Valladolid, un día recibí
un correo de un familiar muy cercano en el que me contaba la dificultad que
encontraba para perdonar a cierta persona por lo dolida que se sentía a causa
de su comportamiento. Entonces vino a mi mente una vez más (en otras ocasiones
lo había recordado) la charla que sobre el tema del perdón nos dio Reyes
durante el segundo curso en Kayzen y
busqué los apuntes que entonces había tomado con el fin de enviárselos a mi
pariente.
Anduve durante algunos días buceando en el tema del
perdón, indagando, seleccionando y recopilando textos que trataran del asunto.
Pero el tema quedó ahí latente y yo andaba dando vueltas en
mi mente sobre ello una y otra vez. Sentía que la culpa, el rencor y el
resentimiento me seguían a todas partes interponiéndose en mis relaciones e
impidiendo que pudiera ver realmente al otro sin proyectar mis conflictos
emocionales. Quería saber cómo podía llegar a perdonar y a perdonarme... Había
hecho muchas terapias hasta entonces: terapia humanista, gestáltica,
psicoanalítica, sistémica, transpersonal... y muchas prácticas: silla vacía, cortes de
lazos, visualizaciones, regresiones, constelaciones,...sin embargo no había llegado aun a librarme del sufrimiento
vital. Había algo que fallaba en mi o bien tendría que aceptar de una vez por todas que ese
sentimiento de carencia y esa insatisfacción vital formaba parte de mi
personalidad y me acompañarían de por vida y el anhelo profundo de paz interior
sólo era una inalcanzable utopía; un lujo que sólo estaba al alcance de unos
pocos “iluminados”. A mi, por supuesto, no me había tocado esa suerte...,
de hecho nunca la había tenido.
De todos modos, el sufrimiento formaba parte de la vida; así
era y así iba a seguir siendo. Además, por alguna razón que aun estaba por
descubrir, mi vida estaba marcada por una especie de “mancha” de desgracia. Algo que me
impedía surgir con fuerza, brillar y ser feliz.
La meditación y la práctica del yoga, así como las muchas lecturas inspiradoras, me ayudaban bastante a encontrar mi centro y a
vivir de una manera más serena, si bien – como dicho – esas sensaciones de no
ser buena, de ser defectuosa, de no poder conseguir gobernar mi vida, de
impotencia, de carencia, de torpeza... ese machaque continuo estaba siempre,
siempre ahí.
Entretanto había seguido manteniendo el contacto con Reyes,
que había sido mi tutora y terapeuta durante el tercer curso de terapia
transpersonal. De vez en cuando nos habíamos intercambiado mensajes de saludo
por whatsapp. Me he sentido siempre muy bien acompañada por ella, no sólo
durante el curso, sino después durante todo el proceso de mi hija. Ha sido y es una
persona muy especial para mi, alguien en quien siempre he confiado
profundamente, alguien con quien siento poder abrir mi corazón.
Un día me decidí a llamarla para pedirle acompañamiento
terapéutico, ya que hacía varios meses que había terminado el curso y sentía
que ella era la persona adecuada, de hecho tenía clarísimo que era ella a quien
quería llamar; alguien que sabía lo que estaba atravesando, que conocía muy
bien el proceso en el que me encontraba; alguien con quien sentía empatía y alguien que sabe del perdón...
Así pues llamé a Reyes y empezamos las sesiones de terapia.
A los pocos días de comenzar, me envió un enlace de la
página de la Asociación
del Perdón para poder descargarme las audiciones con las prácticas y así fue como descubrí que ella ya no formaba parte de la Escuela de Desarrollo
Transpersonal, sino de esta otra asociación junto con
Jorge Lomar, del que por otro lado había oído hablar varias veces, sin saber nada de la relación que los unía.
Empecé entonces a escuchar las conferencias de Jorge Lomar y
a descargarme y escuchar todas las audiciones con las meditaciones y prácticas
terapéuticas, además de seguir trabajando en lo que semanalmente me indicaba
Reyes. Me volqué y sigo volcada totalmente en el trabajo del perdón.
Tenía muy claro que quería asistir a uno de los talleres de
Jorge, tan pronto me fuera posible y así lo pedí al Universo. Tenía muy claro que por nada iba a perdérmelo.
Reyes, conduciéndome a través de esta aventura, me enseñó a
trabajar los cinco pasos del perdón, a reconocerme como totalmente inocente, a
darme cuenta de que la culpa es una distorsión cognitiva, a explorar mis
personajes, a atender al sentir y permitir que suceda sin ponerle etiquetas ni
contarme historias al respecto (el mantra “yo siento” me acompaña continuamente
cada día).
Con ella recordé que el ego no es real, sino un programa
creado por la mente, con el cual me he identificado. Aprendí a reconocer las
defensas que utiliza el programa ego para seguir operando y evitar que me una
al Ser. He reconocido y atravesado las distintas capas emocionales (la rabia,
la tristeza, el dolor, el miedo, la culpa...),... y detrás de todo eso he
tomado contacto con la inmensa paz que soy.
He recordado también que lo que me molesta en el otro es
algo que no quiero ver en mi, es decir, algo que está en mi sombra. El otro me
sirve de espejo para verme a mi misma. A saber que el conflicto está en mi
mente, y sólo en mi mente y no fuera y a responsabilizarme de ello.
Este recordatorio ha sucedido de manera experiencial y no puramente teórica, por
medio de prácticas que me han llevado a comprender que no hay nada fuera de mi;
que el otro sólo me muestra mis propias limitaciones y que es una gran
oportunidad para mi el descubrirlas y así poder trascenderlas, eligiendo verlo
totalmente inocente, eligiendo paz en lugar de conflicto.
El perdón me ha ayudado y ayuda a comprender que el
sufrimiento proviene de un programa de separación que emana del subconsciente
colectivo. Es algo así como un “olvido de Dios”, la famosa “caída” que lleva a
la mente a separarse de su fuente creadora, volviéndole la espalda,
encontrándose así perdida en un mundo de múltiples apariencias en el que parece
reinar el caos. Ahora sé que en cualquier momento, aquí y ahora, puedo regresar
a “casa”, a esa fuente de la que procedo, que puedo caminar con el corazón
abierto y sin miedo, pues sé que nada puede sucederme si voy unida al Ser.
Taller de Jorge
Lomar, 7 – 9 de junio 2013
El taller con Jorge tuvo lugar el pasado fin de semana.
Me resulta un poco complicado recopilar lo que ha
significado para mi este taller; es como hablar del "sabor" de la manzana, en lugar de darle el bocado. En primer lugar, como dicho, un milagro.
No me canso de escuchar a Jorge. Lo escucho casi a todas
horas, y cuando no lo escucho, lo leo.
Me recuerda algo que siempre ha habitado en mí, algo que me
acompaña toda la vida: una profunda certeza de que toda esta película, este
escenario en el que me hallo inmersa no es la verdad. De que la Verdad es algo
inconmensurable, fuera de los límites del tiempo y del espacio, algo que está
en mi, algo que yo soy... es ese sabor... “eso” que no puedo expresar con
palabras, pero ante lo cual me descubro, algo que mi corazón reconoce.
... Y todo esto está sucediendo en la mente... Todos es un sueño...
Él tiene la facultad de saber traducir en palabras el
lenguaje del espíritu, de hacer comprensible lo inexplicable, de descifrar el
misterio.
Por ello siento una profunda gratitud.... Si él es tan
valiente de salir al mundo con su mensaje de Amor... y si él está en mi mente,
si él está en mi, si lo que veo en él me habla de mi, entonces siento que me
llegan ecos de ese otro lugar al que pertenezco, que no debo andar lejos de mi
hogar, que de alguna manera no estoy ni tan perdida ni tan loca, ni soy tan
ilusa ni tan ingenua o quizás alguien ha confundido ingenuidad con inocencia...
pues ¡hemos confundido tantas cosas!!!
¿Lo nuevo?... Quizás no haya nada completamente nuevo, es
decir, Jorge me “recuerda” algo eterno, lo que Soy. Entonces no me suena a algo
nuevo. Puedo escuchar muchas veces las mismas composiciones de Bach, de
Beethoven, de Mozart, y siempre me parecen nuevas, pues la auténtica belleza es
eterna, así como el mensaje de Paz que Jorge transmite, y que me llega tanto porque es Verdad. Jorge lleva la antorcha de luz e ilumina la oscuridad a su paso, por eso lo siguen tantas personas. Además - y esto es casi lo mejor - es "uno más", un amigo, un compañero, un caminante humilde que se mezcla con la gente sin pretensiones, cercano, sin careta, sin disfraces... tal cual.
He leído durante mucho tiempo textos de distintos maestros
espirituales de oriente y de occidente: Nisargadatta, Ramana Maharsi, Khrisnamurti, Eckhart Tolle, Adyashanti,
Consuelo Martín,... maestros de la no-dualidad.
Pocos días antes del taller había comenzado a curiosear “Un
curso de Milagros”, aunque aun no he comenzado la lectura de manera rigurosa,
ya que ni siquiera tengo el libro y leer en pantalla me cansa mucho. Es algo que
aun está pendiente...
Quizás lo nuevo extraído
de este taller sea precisamente el reacercamiento a los conceptos que
anteriormente habían tenido connotaciones religiosas y que por ello rechazaba: perdón, culpa, milagro, expiación, Dios...
He tenido que redefinir estos conceptos para volver a emplearlos esta vez con
verdadero sentido y deshacerme a la vez de los prejuicios que me dificultaban
el acercamiento a los mismos y esto si es nuevo para mí.
Con Jorge he disfrutado de bucear en conceptos metafísicos y
existenciales, flotar en lo abstracto, ámbito en el que me siento como pez en
el agua.
Reyes me conduce más hacia la tierra, me invita a mirar lo
cotidiano, lo que no me gusta ver, que es lo que más me hace aprender. Con ella
no hay escaqueo posible.
Dos terapeutas, dos almas que me alientan a seguir caminando
y perdonando en cada momento, sabiendo que no voy sola, que todos vamos juntos
en esta loca aventura...