domingo, 7 de septiembre de 2008

Kôan



- Cuando tu espíritu no vive en la oposición del Bien y del Mal,

¿cuál es tu rostro original, aquel que tenías antes de haber nacido?


- Si encuentras en la calle a alguien que descubrió la verdad, no se te permite decir algo cuando éste pasa, ni pasar sin decir nada.


Entonces, di: ¿cómo vas a hacer?


- El bonzo Shusan, mostrando a los monjes reunidos la vara (llamada shippei; los monjes de otros tiempos la llevaban como bastón para caminar, tiempo después la emplearon como símbolo de dignidad), dijo: Si la llamáis vara, no es lo propio. Si no la llamáis vara, es falso.


Entonces decid: ¿cómo la llamaréis?


- Hakuin (el más eminente maestro del zen japonés, de quien deriva esencialmente el método de la meditación por el kôan) solía levantar una mano e invitaba a sus discípulos a que escuchasen el sonido que ésta emitía

¿Qué os parece?


(...)



Durante horas, días, semanas de meditación el discípulo incuba literalmente su tarea. Sumido en la más profunda meditación examina el problema en todos los sentidos y bajo todos los aspectos.

Tras ser rechazado o despedido varias veces por el maestro, después de haberse presentado a él con sus posibles soluciones, se dedica en cuerpo y alma a alcanzar la respuesta. ¿Alcanzará alguna vez la meta?...Ya no sopesa con la razón, sino que se vuelca al problema con todas las fuerzas del cuerpo, del alma y del espíritu. Hasta en el sueño lo persigue. La solución no quiere presentarse.

(...)

Entonces procede de otro modo. (...) Ya no piensa ni en esto, ni en aquello, en una mano o en dos manos, en los principios o en las cosas por el estilo, ni siquiera en la solución para forzarla; sin embargo vive condicionado por ella con el espíritu inauditamente tenso. Aspira a ella como el que muere de sed aspira al sorbo de agua que lo salvará. Pero se conduce como una persona que quisiera acordarse de algo y no puede. Se encuentra en el estado del qu busca lo que ha olvidado, y se esfuerza vivamente en recordarlo,porque su vida depende de ello.



En esta disposición espiritual puede suceder que de pronto la solución aparezca imprevistamente. O bien que un llamado brusco, un ruido fuerte, (...) lleven la atención al punto de ruptura. El momento es conmovedor. ¡Pero qué alivio, qué felicidad! Es un haz de luz en el espíritu del discípulo. Ve claro donde todo estaba confuso hasta el momento; los árboles no le ocultan ya el bosque. Cae la venda de sus ojos. Experimenta un sentimiento de liberación.


Eugen Herrigel EL CAMINO DEL ZEN

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