lunes, 14 de julio de 2008

Alina, la mujer invisible


Hola, soy Alina y tengo algunas cosas que contar, si tu quieres escucharme…


Estoy en “el otro lado”, el lugar ese al que pocas personas de los humanos de la tercera dimensión, tienen acceso; algunos hay que, incluso habiéndolo visitado, dudan de su existencia, pues cuando regresan creen que ha sido un sueño.
Se algo de lo que ocurre en ese vuestro lugar porque aun tengo vínculos que me unen a algunas personas, sobretodo a causa de la misión que adquirí, de ayudarlas a evolucionar. Somos muchos seres con este cometido, pero cada uno tiene asignadas zonas de trabajo. Es un trabajo duro, a veces, pues los humanos estáis tan cerrados que es difícil operar a través vuestro, a pesar de las señales que se os dan… os resistís a ver, empeñados en caminar por un sendero tan limitado por las creencias, por la mente, por la razón… Si supierais lo sencillo que puede llegar a ser el liberarse de todo eso! Sólo soltar, soltar y flotar en el conocimiento verdadero: ser y ascender… no aferrarse, tener fe. Dejar de “esperar ver algo” para mirar y descubrir ese algo tal cual es, sin proyecciones… ¿por qué es tan difícil? Una vez que has salido de esa trampa, parece increíble que haya tanta gente atrapada en ella sin encontrar la salida… Por más que leéis y estudiáis el mapa, no veis lo que tenéis delante. Pero no os hago responsables del todo. Os han enseñado desde pequeños a confiar sólo en lo que se “ve” con los ojos materiales; a enfocar de determinada manera; a ver lo que esperáis ver, y no lo que realmente hay. Y el conocimiento sobre la ciencia aun es muy limitado en La Tierra. Hace falta mucho trabajo para que el ser humano evolucione y llegue a darse cuenta de sus limitaciones y a integrar sus partes. Aun se encuentra muy dividido, inmerso en un mundo de dualidades. Cuando comprenda la fórmula y la aplique a sí mismo y a su vida, empezará a experimentarse un cambio. Confío en que aun hay esperanza para esta raza humana…
Nosotros estamos ahí, a vuestro lado, para apoyaros y acompañaros en todo momento. Es más, en cualquier momento en el que nos invoquéis, nos tendréis a vuestra disposición para orientaros en el mejor de los propósitos: el propósito divino, que no es muchas veces el que vosotros perseguís, tal es el apego que sentís por la materia.
El caso es que parece que la mente se resiste a creer, a tener fe en la vida eterna… y piensa que sin cuerpo ya no puede haber vida. Sin cerebro ya no hay mente pensante, pero sí hay vida. Todo lo que existe forma parte de la vida. Todos y cada uno de nosotros formamos parte de un todo, como las olas pertenecen al mar. Cada ola sólo es la expresión del movimiento del mar: agua que se adentra en la orilla y retrocede al mar. Es sólo un movimiento, como el respirar: inspiracón – expiracón. Como la vida y la muerte, repitiéndose en la misma secuencia que las olas y las respiraciones, los latidos del corazón y los latidos de la Tierra. Muerte como final y como Principio, como una puerta, que si la miras desde fuera es de entrada, y desde dentro será de salida.
Y os digo que no tengáis miedo, que tantos años como podéis contar que han pasado desde los comienzos del hombre, no son nada…Sois vosotros los que medís el tiempo. No tengáis prisa. Haced cada cosa, cada cosa (repito) con vuestros cinco sentidos, sin pensar en la siguiente cosa que debáis hacer. Aunque parezca que ya no os queda tiempo… Detened el tiempo: podéis hacerlo. Parad el tiempo, quitaos los relojes y haced de cada cosa un ritual, una obra de arte, aunque sea lavar un plato! Si lo laváis con amor, ya os estáis acercándo al espíritu, ya estáis formando parte de la vida eterna.
Ahora debes dejar de escribir, Carlota. Continuaremos en otro momento. Estoy a vuestro lado,
Alina

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